Nunca tuvo la luz más intención que seducir que cuando su fin es comercial. Sutilmente, la iluminación debe invitar, motivar, incitar a probar un alimento o a comprar un producto; si la idea es iluminar una boutique, el objetivo es lograr que el cliente perciba el color y los detalles, que piense que quiere verse así y compre la prenda; de igual manera la luz debe hacer lo propio en una joyería o una concesionaria de autos o, porque no, en una tienda de artículos gourmet o de chocolates, donde el impacto visual despierte el deseo por tener lo exhibido.
Como herramienta de venta, la luz ha logrado avances muy importantes; en nuestros días la industria de la iluminación ofrece tecnologías de muy alta reproducción de color, que economizan energía, con productos de fácil manipulación, por su tamaño y sencilla instalación.